viernes, 14 de agosto de 2009

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL CONCEPTO DE PERSONALIDAD

La palabra personalidad tiene su origen en el vocablo latino “personare” que viene de “per” (a través) y “sonare” (sonar). Primero la palabra persona señalaba a las máscaras teatrales de los actores griegos antiguos. Sus extensiones se referían a la falsa apariencia, el papel que el actor asumía en el drama. Así se consideraba al actor por extensión como un conjunto de cualidades personales con prestigio y dignidad. Luego llego la palabra “persona” a significar “representante” y luego se derivó en personaje. Los teólogos usan el término en oposición al de apariencia variable surge así el concepto de personas asociada a la esencia verdadera.
La idea de poder clasificar a la gente en diferentes empieza con Hipócrates (año 460 a.c.) y luego Galeno (hacia 150 d.c.). Plantearon la existencia de cuatro tipos: coléricos, melancolía, sanguíneos y flemáticos. Posteriores teorías buscaron la conexión entre personalidad y rasgos corporales como regla general, entre estos William Sheldon que se basó en tres aspectos físicos: la suave redondez, el hueso y el músculo. Para 1933 Carl Jung plantea otra tipología en 2 categorías: introvertidos y extrovertidos.
Otras teorías que se han formulado son las teorías psicoanalíticas iniciadas por Sigmund Freud quien aprendió de sus pacientes la psique humana en especial del inconsciente de su asociación con Joseph Breuer. Los primeros psicólogos buscaban estudiar las leyes del estado consciente. En 1900 publicó “la interpretación de los sueños”, en 1901 “psicopatología de la vida cotidiana” donde da ejemplos de conducta patológica en gente normal y en 1905dio a conocer su teoría sexual infantil. Pilares de su teoría general.
En 1938 B. F. Skinner publica “la conducta de los organismos”. Realciono la conducta con causas del medio ambiente y descarta las variables de personalidad como conceptos explicativos, desarrolla procedimientos del reforzamiento operante que se aplican a muchos aspectos del control de la conducta en diversas situaciones.
A partir de los años 30 se empieza a consolidar la psicología de la personalidad como un campo propio de la investigación. En 1932 aparece la revista “Charácter and Personality”. Luego aparecen manuales, libros de referencia que3 marcan los límites y competencia de una nueva disciplina científica, el de Allport (1937) marca el inicio formal de la psicología de la personalidad.
Carl Rogers habla de la persona plenamente funcional en 1942 escribió “consejo y psicoterapia” y en 1955 “Terapia centrada en el cliente” en este libro trata de formalizar su teoría de la personalidad donde mantiene que el desequilibrio y falta de armonía psicológica en resultado de la discrepancia del yo real y el yo ideal.
Maslow (1955) propuso que los científicos de la personalidad examinaran el lado humano para el desarrollo, la felicidad y la satisfacción. Fue uno de los principales contribuyentes a la llamada tercera fuerza en psicología que representa el método humanista de la ciencia de la personalidad.
Gordon Allport en su libro “Person and Psichology” (1968) propone que sólo los seres humanos son objeto de estudio de la psicología.
Raymond Cattell (1947, 1965, 1978) realizó aportaciones al desarrollo de la psicología de los rasgos y fue uno de los pioneros en el uso de los procedimientos del análisis factorial.
Los psicólogos de la personalidad han discutido durante mucho tiempo el sentido precios del concepto de personalidad, y aunque durante décadas han ofrecido muchas definiciones, ninguna ha recibido aceptación universal.
Eysenck (1952) escandalizó al mundo clínico con su artículo “Efectos de psicoterapia” (1952) donde ha sugerido que la gente que necesita ayuda emocional social, puede ser rehabilitada con psicoterapia o sin ella y que lo que determina el éxito de la terapia no es la técnica sino la actitud del terapeuta.
C. Rogers en 1957 señaló que la eficacia del tratamiento dependía del grado en que el terapeuta manifiesta ciertas actitudes personales en la relación con el cliente. Señala tres actitudes o cualidades del encuentro interpersonal: autenticidad, empatía y aceptación incondicional.
Desde un enfoque más integrador Egan (1975) señala que un orientador debe estar comprometido con su propio crecimiento: físico, emocional, intelectual, social para modelar la conducta que espera que otros alcancen. Sólo puede ayudar si él en el sentido pleno de término es una “persona potente” con voluntad y recursos para actuar.

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